En muchas ocasiones, cuando estoy fuera
de la consulta, amigos y conocidos muchos de ellos padres y madres me
comentan aspectos de sus hijos e hijas, la educación y el
aprendizaje que estos están teniendo. Yo acojo con alegría dichas
conversaciones ya que me permite serles útiles en muchos momentos,
al menos hacerlos reflexionar.
En medio de la conversación entre
conductas, lecciones y colegio siempre terminan mirándome fijamente
a los ojos, buscando en ellos una respuesta inmediata que les
complazca y a la vez les tranquilice, juntan los labios, bajan el
volumen y me susurran: - ¿Es normal, no?
Suelo sonreír y mirarlos, intentando
abrazarlos con la comprensión que hay en mi y apretarles bien la
mano para trasmitirle toda la paciencia y la tranquilidad que tengo.
Normalidad... Bendita palabra.
Arbitraria, confusa, subjetiva y tremendamente deseada.
La normalidad hace años que se está
perdiendo en muchas casas, en muchas áreas, en muchos gremios. ¿Que
es lo normal?
Hace años lo normal era llorar para
conseguir las cosas, que tu padre o tu madre te gritara, que de vez
en cuando te dieran jarabe de palo, que en clase existieran todo tipo
de alumnos con diferentes notas, que por la tarde jugáramos a la luz
del sol y si llovía nos lleváramos jugando en casa con varios
amigos, la normalidad era llamar por teléfono, de esos aquellos que
tenían teclas, escribir cartas para hablar con tus familiares de
lejos, escuchar la música de tus padres, ir dos veces al año a
comprar ropa (para las dos temporadas), a tener el cuerpo lleno de
postillas, sobre todo las rodillas, a tener churretes en la carra, a
que si no comías al mediodía no pasaba nada, porque te comías ese
plato en la noche, que cuando tenías un “salpullido” tu madre te
untaba la misma crema que utilizaba para casi todo. La normalidad era
ir al cine una o dos veces al año como algo excepcional, llegar
llorando a casa porque se habían metido contigo y que tu padre fuera
hablar con el niño y tu sentirte la niña más invencible del mundo
con tu padre al lado, gigante, sereno y controlando la situación. Lo
normal es que si suspendías te castigaban pero no era un problema
solo era un castigo, si veías más de dos horas la tele tu madre
venía a tirarte de las orejas y a mandarte a dormir a las nueve y
media o diez de la noche, quejándote y llorando porque querías ver
lo que veían tus hermanos. Lo normal era decir mentiras alguna vez,
desobedecer, gritar e irte refunfuñando. Y no lo volvías hacer otra
vez porque tus padres no dudarían en volverte a castigar. Lo normal
era que te dejaras espuma en el pelo porque tu madre ya había
decidido que tenías edad de lavarte el pelo y tu no le dedicabas
tanto tiempo, olvidarte de lavarte las manos antes de comer, desear
algo y no tenerlo, ser el último alguna vez, pelearte con algún
niño, caerte y hacerte mucho daño, no ser el más querido, ni el
más guapo ni la más inteligente...
Es subjetivo... No lo se, todos
aquellos niños de aquella época parecían muy felices. No significa
que los niños de hoy en día sean más infelices que los de antes,
no es eso. Ni que los avances informáticos sean negativos para la
salud psicológica de ellos. Estoy de acuerdo que en muchas cosas el
mundo actual ha ayudado a nuestra mejora, comodidad y vida. Pero...
Hoy en día muchos de ellos corren en
una competición académica desde muy pequeños, horas y horas en
casa haciendo interminables listas de deberes, no aceptan la
frustración, les cuesta fracasar,
viven con ansiedad, no quieren que les
comparen con nadie, etiquetan a compañeros, no se caen, no juegan,
no se entretienen, no tienen imaginación, demandan atención que es
imposible dar, no tienen sueños, tienen una lista de lo que pueden o
no comer, exigen entretenimiento continuo...
Y detrás unos padres inseguros,
preocupados por todo siguiendo una sociedad que alimenta esa
inseguridad.
¿Que es lo normal?
No puedo contestar a esa pregunta,
porque lo normal para mi puede ser una cosa y para ti otra. Pero si
que puedo decirte ¿que es lo que a ti de pequeño te hacía feliz?,
¿que era lo que te motivaba?, ¿te ayudaba y te hacía sentirte
bien?. ¿Como era aquella sensación cuando te acostabas?, ¿la
tienen tus hijos hoy en día?
- Ayúdale a que sea flexible, esto significa que no le de importancia a las cosas, que sepa buscar la salida y no empiece a crear desde muy pequeño pensamientos negativos. Recuerda que tu eres su espejo, practica tu flexibilidad.
- Desde pequeño, ayúdale a tener creatividad, no utilices las vías rápidas siempre como la TV, Tablet o movil. Está bien que las utilicen pero que no sea el único medio de entretenimiento.
- Refuerza tu seguridad. No dudes tanto a la hora de poner castigos o reforzar, la duda hace que tu hijo se escape por una fina linea que dejas abierta.
- Ten claro los limites, pero que no sean demasiado encorsetados. Si no harás que sean pequeños robots frustrados y aburridos. Por ejemplo: no pueden estar todos los días haciendo 4 o 5 horas de deberes, si es así hay dos problemas, o bien se entretiene demasiado y no lo hace o bien no consigue hacerlos rápido porque hay un problema de aprendizaje. Dale las herramientas necesarias, habla con el maestro, llegar a algún acuerdo. Los niños deben de jugar por las tardes, desarrollar la creatividad, salir a hacer algún deporte o simplemente estar con sus padres en otro ámbito que no sea el de hacer los deberes.
- No veas siempre un problema, a veces son cosas de su desarrollo, recuerda como eras, cuando eras un niño o niña. Seguro que muchas de las cosas que te han pasado le está pasando a tu hijo ahora. ¡ Y no te crearon ningún trauma ¡
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